Por Chris Pefaur, nutricionista del Laboratorio Nutrapharm
Diciembre siempre ha sido un mes de contrastes. Es la antesala del verano, el momento en que muchos buscan cuidarse, comer más liviano y sentirse bien. Pero también es el mes de las celebraciones, de las comidas familiares, los brindis y los postres que nos recuerdan que el placer forma parte de la vida. En ese equilibrio —o desequilibrio— se juega gran parte de cómo enfrentamos nuestro bienestar en estas semanas.
Durante estas fechas, el entorno social y emocional cobra fuerza. Nos reunimos más, comemos distinto y, muchas veces, más de lo habitual. No se trata solo de lo que ponemos en el plato, sino de la emoción que acompaña esas comidas: el cariño, la nostalgia o el simple deseo de compartir. El problema no está en celebrar, sino en hacerlo sin conciencia.
Chile vive una realidad preocupante en materia de salud metabólica. Más del 30% de los adultos presenta obesidad y los niveles de diabetes superan el promedio de los países de la OCDE. Esto no solo refleja lo que comemos, sino también cómo vivimos: el estrés, la falta de tiempo y el sedentarismo se han vuelto parte de nuestra rutina. Por eso, diciembre puede ser un espejo de nuestros hábitos, un momento para mirar con honestidad la relación que tenemos con la comida y el cuerpo.
Cuidar el peso no significa restringirse ni renunciar a los sabores que disfrutamos. Significa aprender a hacerlo con moderación y equilibrio. Podemos probar de todo, pero no todo al mismo tiempo. La idea no es vivir a dieta, sino desarrollar una relación más consciente con la alimentación: escuchar el hambre real, entender las porciones y dar espacio al descanso y al movimiento.
También es importante reconocer que existen formas naturales de apoyar este proceso, especialmente en épocas de mayor consumo. Una alimentación rica en fibra, por ejemplo, contribuye a mantener la saciedad, estabilizar los niveles de azúcar y favorecer una digestión saludable. Y si se opta por utilizar suplementos, es fundamental elegir aquellos con ingredientes seguros y respaldo científico comprobado.
Diciembre no tiene por qué ser un mes de culpa ni de excesos. Puede ser un tiempo para reconectar con el placer de comer, pero también con el bienestar. Si aprendemos a disfrutar sin perder el equilibrio, estaremos más cerca de comenzar el nuevo año en armonía, por dentro y por fuera.
