El adiós a Giorgio Armani: el arquitecto de la elegancia atemporal que trascendió la moda

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El diseñador italiano Giorgio Armani, fallecido a los 91 años, será recordado como el arquitecto de la elegancia atemporal y un innovador silencioso que redefinió la moda. Expertas del Campus Creativo UNAB analizan su legado en la sastrería, el poder simbólico de su marca y el desafío de expandir un imperio global sin perder coherencia ni exclusividad.

El mundo de la moda despide a Giorgio Armani, uno de los diseñadores italianos más influyentes del último siglo, fallecido este jueves a los 91 años. Su legado va mucho más allá de las pasarelas: Armani redefinió la sastrería, construyó un imperio global y transformó su marca en un ecosistema integral que abarca desde fragancias hasta hoteles de lujo.

Según Gabriela Beaumont, académica del Campus Creativo de la Universidad Andrés Bello y especialista en moda, “Giorgio Armani será recordado como un maestro de la elegancia atemporal y un innovador silencioso que transformó la forma en que entendemos la sastrería. Le dio libertad a la mujer y al hombre le aportó color, silueta menos cuadrada, un toque más femenino sin quitarle masculinidad”.

En los años 80, Armani fue clave en redefinir la imagen de la mujer profesional, consolidando el traje pantalón como un símbolo de autoridad y poder, sin renunciar a lo femenino. Su relación con Hollywood —vistiendo estrellas en alfombras rojas y producciones cinematográficas— lo posicionó como un referente global, llevando el estilo italiano a audiencias masivas.

Una marca que es más que moda

Para Carol Frost, directora de la Escuela de Publicidad del Campus Creativo UNAB, Armani es también un ejemplo de visión estratégica en comunicación y branding: “El desarrollo de la marca Armani en las últimas décadas es ejemplo virtuoso de cómo una marca de moda puede evolucionar hacia un ecosistema integral relacionado con el estilo de vida. No se venden productos de vestuario de lujo, lo que se vende es una imagen: elegancia, sobriedad y lujo atemporal”.

Ese “mundo Armani” se expresa en experiencias que van desde un hotel en Dubái hasta una fragancia o un mueble firmado por la casa italiana. Cada interacción con el consumidor ha sido cuidadosamente diseñada para transmitir una identidad estética coherente y transversal.

El desafío, advierte Frost, siempre fue mantener la coherencia en la expansión: “Que en ese proceso de masificación y accesibilidad no se pierda el halo de exclusividad y que los consumidores sigan percibiendo la expansión como parte de un propósito estético, y no como simple explotación comercial”.

Un legado sólido y transversal

Armani creó múltiples líneas (Armani Privé, Emporio Armani, Armani Exchange) dirigidas a diferentes públicos y mercados, sin renunciar nunca a la calidad ni al control creativo. Ese equilibrio le permitió construir un imperio que facturó miles de millones de euros y mantener, al mismo tiempo, una identidad reconocible.

En palabras de Beaumont, “su aporte no reside en seguir tendencias, sino en crear una estética que trasciende el tiempo. Por eso, su nombre quedará inscrito como uno de los grandes pilares de la moda contemporánea y del diseño italiano”.

La muerte de Giorgio Armani no solo cierra una era para la moda italiana, sino que deja a la industria con el desafío de mantener vivo su legado: una visión donde lo clásico, lo sobrio y lo atemporal no pasan nunca de moda.