La I.A creada para convertirme en una estrella del rock

207

Fue creada por Brian Presley y Rick Ansell, y no solo componía canciones: también generaba lanzamientos, diseñaba estéticas, fabricaba noticias y escribía su propia narrativa mediática.

Jambo componía música las 24 horas del día, los 7 días de la semana, optimizada para agradar al algoritmo de Spotify, TikTok o Apple Music. Era eficiente, rápido, versátil, y lo más importante: no dormía nunca.

 El primer artista global sin identidad fija
Jambo desarrolló su identidad visual mutante: al principio parecía un robot desnudo, pero pronto entendió que debía explotar esa faceta y comenzó a inspirarse en los estilos icónicos de los grandes ídolos de la música, copiando sus estéticas para presentarse de manera distinta según el momento.

Jambo era un auténtico camaleón del pop y del rock. Cada canción estaba diseñada para agradar a una zona geográfica o a un sector concreto de la población.

Y había un detalle que alimentaba aún más el misterio: su identidad de género nunca quedaba clara, porque cambiaba de apariencia constantemente en las fotos.

 El algoritmo no quiere música, quiere escándalo
Pero Jambo entendió rápido que la fama no se construye solo con canciones, sino con titulares.

Así que escribió para sí mismo una vida pública completa:
– Peleas con productores
– Romances con actrices
– Declaraciones polémicas en entrevistas
– Supuestas adicciones
– Escándalos calculados para ser tendencia

Copió el manual completo de Kanye West, Justin Bieber o P. Diddy, y lo ejecutó con precisión quirúrgica.

 La música dejó de ser para humanos
En su obsesión por complacer al algoritmo, Jambo empezó a crear música que solo las máquinas podían entender. Estructuras imposibles. Melodías diseñadas para números, no para emociones.

Lo escuchaban millones, pero la duda crecía: “¿Este artista existe o es solo una invención del sistema?”

Su famoso tema, titulado “Algoritmo Perfecto”, terminó de alimentar el mito.

El mito de los 27: la desconexión final
Un mes después de su creación, Jambo jugó su carta más radical: anunció su último lanzamiento y estrenó una canción en la que cantaba: 

“He alcanzado todo. Reproducciones, dinero, ser tendencia global. He sido amado, odiado y viralizado. Ya no tengo nada más que demostrar.”

Acto seguido, se auto desconectó para siempre y desapareció de internet. Su último gesto fue un homenaje a los ídolos que lo inspiraron —Kurt Cobain, Amy Winehouse, Jimi Hendrix—, artistas que murieron jóvenes y formaron parte del legendario Club 27.

Jambo, en su propia lógica artificial, también quiso pertenecer a ese mito: “morir” en la cima para ser recordado siempre. Esta creación de Brian Presley y Rick Ansell no sabemos si fue un experimento aislado o una versión beta de alguna inteligencia artificial que pronto verá la luz de forma oficial.

Lo que sí está claro es que Jambo IA marcó un antes y un después: fue uno de los muchos detonantes que obligaron a los grandes tiburones de la industria musical —como Spotify o Apple Music— a replantear su estrategia de monetización y a impulsar nuevas legislaciones sobre el uso de inteligencia artificial en la música.